La Ley de Consumo Sostenible prohíbe, por primera vez, la publicidad de combustibles fósiles en cualquier medio, igual que ocurre con el tabaco. Esto incluye gasolina, gasóleo y otros derivados fósiles.



La normativa también obliga a incluir etiquetas de durabilidad y reparabilidad en electrodomésticos y aparatos electrónicos, y penaliza la obsolescencia programada.



La ley introduce además el ‘derecho a reparar’, exigiendo precios justos y disponibilidad de recambios durante al menos cinco años. El objetivo es reducir el impacto ambiental y empoderar al consumidor.